Astilleros nacionales esperan un mejor 2011 tras dos años con un sector paralizado
Economía y Negocios Hoy la incertidumbre está en la reducción de las cuotas de pesca, que influyó en la baja de las órdenes de barcos para las empresas de la zona norte del país.
Más de US$350 millones en ventas anuales y naves de gran tamaño. Cada vez más lujosas y equipadas. Todo un boom que el virus ISA y la crisis internacional terminaron por destruir.
El sector de los astilleros en Chile ha debido enfrentar una verdadera economía de guerra en el último tiempo, luego de haber pasado por los mejores cinco años de su historia, cuando los pedidos tenían una lista espera que superaba los 18 meses para embarcaciones que fácilmente podían costar más de US$40 millones.
Pero todo quedó ahí.
Con la crisis internacional y el virus ISA en el país, las empresas del rubro apostaron por extender la vida útil de sus naves, con que los pedidos se paralizaron y la industria se redujo a ventas por apenas US$120 millones al año.
Asmar -astillero que pertenece a la Armada- fue duramente azotado por el tsunami y su producción se limitó a terminar tres pedidos anteriores al desastre, mientras que en el sector privado Asenav fue uno de los pocos que a mediados de 2009 partió con la construcción del Stella Australis, solicitada por Navimag a principios de 2008. "Fue una suerte", dice Carlos Berner, director ejecutivo del astillero radicado en Valdivia.
Hoy, cuenta Berner, el mercado internacional se ha comenzado a normalizar y su firma ya está construyendo cinco naves, por cerca de US$40 millones. Están negociando tres embarcaciones más: dos grandes transportes de petróleo para la mayor transportista del mundo -la danesa Maersk-, y otra pesquera, por cifras cercanas a los US$120 millones.
De concretarse estas operaciones, la compañía chilena verá copada su capacidad para erigir grandes embarcaciones en los próximos 18 meses.
Rafael Lira, gerente general de Detroit Chile, cuenta que en los últimos años "el mercado se detuvo". Durante ese tiempo, ellos se mantuvieron operando con pedidos más chicos y potenciaron sus operaciones en Brasil, donde construyen naves principalmente para Petrobras.
Además, cuenta Lira, están negociando nuevos contratos "por naves más grandes y de mayor valor", una muestra de que el mercado ya comenzó a destrabarse para ellos.
Este año, Ascon, otro de los seis astilleros de mayor tamaño del país, terminó la nave más grande que han construido y para este año ya se preparan a subir en al menos 40% los US$20 millones que facturaron en 2010.
Con todo, en las compañías dicen que la reactivación mundial llevará a los grandes astilleros a sumar más de US$260 millones en ventas este año, recuperando en algo el ritmo que perdieron tras la crisis.
Sin embargo, las grandes oportunidades dentro del país deberían venir dentro de tres o cuatro años más, cuando gran parte de la flota nacional de grandes barcos pesqueros (que no superan las 60 naves) llegue a su límite operativo, y se necesiten naves nuevas o usadas que las sustituyan.
"Las más grandes seguramente serán de segunda mano", dice el ejecutivo de un astillero quien explica que en todo caso las reparaciones y modernizaciones también son un negocio, pero enfatiza que la única forma de que se vendan esas embarcaciones es comprando nuevas naves.
Asmar se reenfoca en la Armada tras el maremoto
"Al menos en el corto plazo, la Armada será nuestra prioridad", cuentan en Asmar.
Ya que el 80% de sus operaciones se encontraban en Talcahuano, el maremoto de febrero pasado que azotó ese puerto le pegó de lleno, provocándole daños en infraestructura y equipamiento que una auditora independiente valoró en US$250 millones, y dañó seriamente su capacidad productiva.
Hoy ya han reparado una parte del daño, y siguen refaccionando y construyendo las embarcaciones que en ese momento estaban en construcción en sus astilleros. Pero no han aceptado nuevos contratos del sector privado, al que sólo le prestarán servicios de reparación.
Las naves nuevas sólo serán para la Armada, explican en la empresa. En todo caso, en la institución señalan que una vez que las instalaciones estén totalmente operativas (lo que podría suceder en 2014) evaluarán si retoman construcciones para el sector privado. Por lo mismo, indican al interior de la firma, están haciendo "un gran esfuerzo" para mantener la planta de trabajo intacta.
Firma del grupo Angelini sin nuevos proyectos
Pero la crisis también dejó algunos heridos. Astilleros Skorpios, de la familia Kochifas, detuvo hace dos años el trabajo del astillero, y hasta hoy se mantienen sin nuevos proyectos importantes, sólo con reparaciones y la fabricación de algunos insumos, principalmente para la industria del salmón.
En la zona norte hay mucha incertidumbre por la rebaja en la cuota de captura de jurel que decretó la autoridad. Una de las empresas que acusa el golpe es Astilleros Arica, del Grupo Angelini. Con base en la Primera Región en el astillero cuentan que ante el incierto escenario las nuevas construcciones están paralizadas, una situación que, dice un gerente de la empresa, "es poco común para Astilleros Arica". Hoy están terminando una embarcación que había comenzado a construirse antes de la baja de las cuotas pesqueras y por ahora no hay nuevos pedidos. De mantenerse la situación actual, proyectan en la empresa, ésta operaría a media máquina, prescindiendo principalmente de personal técnico especializado y contratistas. Con todo, no se contempla la paralización total
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