La Maquinaria Crediticia que Armo La Polar
El modus operandi de la cadena de multitiendas, era que la cartera de créditos del 35% de los clientes, que debió haberse pasado a morosidad, se mantenía como vigente. Es decir, antes de que se cumplieran los 180 días de vencimiento de la deuda, ejecutivos “maniobraban” los datos. Luego renovaban los créditos repactando unilateralmente los montos, hasta por seis años de plazo.
Esconder por un período de seis años a 418.826 clientes con repactaciones unilaterales, por un total de $474.822 millones, es decir, US$1.000 millones, sólo es posible de lograr a través de una verdadera “maquinaria” armada entre un grupo de personas concertadas para lograr ese objetivo. Esa es la percepción que el mercado tiene de la situación que se produjo con La Polar, y los antecedentes que día a día han ido saliendo a la luz, le dan la razón.
La Polar, hoy está en el centro del escándalo, por lo que a todas luces serían prácticas para generar una burbuja financiera que llevó a que el retailer se transformara en pocos años en la “joyita” del retail, con un 11% de la torta de las tiendas por departamento nacionales y ventas superiores a US$1.156 millones en el 2010.
Los actuales y ex directores de La Polar –incluido el presidente, Heriberto Urzúa– afirman que a sus espaldas se fabricó esta especie de “matrix” que hoy los tiene desfilando ante la Superintendencia de Valores y Seguros, el Ministerio Público y el descrédito total, que incluso llevó al Gobierno a desvincularlos de sus cargos en directorios de empresas públicas.
El modus operandi, según fuentes al interior de La Polar que solicitaron la reserva de sus nombres, es que la cartera de créditos de un 35% de los clientes, que debió haber sido pasada a morosidad, se mantenía como vigente. Es decir, antes de que se cumplieran los 180 días para el vencimiento de la deuda, se “maniobraban” los datos. Luego se hacía aparecer estas deudas como renegociadas, tras haber repactado unilateralmente los montos, hasta por seis años de plazo.
Los Implicados
En estas “manipulaciones”, los dardos apuntan a varias áreas administrativas de La Polar, para el funcionamiento de dicha “cadena” que se habría ocultado al directorio, al menos a sus actuales integrantes. Los encargados de implementarla habrían sido los ejecutivos del equipo de confianza de Pablo Alcalde, quien fuera gerente general de la empresa por 10 años y llegó a ella en 1999, de la mano de los socios del fondo de inversión Southern Cross, que compró entonces a la casi quebrada La Polar, Norberto Morita y Raúl Sotomayor.
El equipo de confianza de Alcalde, estaba conformado por Nicolás Ramírez, gerente general de La Polar hasta enero de 2011 –quien presentó su renuncia en esa fecha por problemas de salud–, siendo gerente comercial desde los años 90; María Isabel Farah, la recién desvinculada gerente de Administración; Julián Moreno, el también despedido gerente de Productos Financieros; Daniel Meszaros, gerente de Negocios; Santiago Grage, gerente de finanzas, y Pablo Fuenzalida, gerente de Informática y Logística.
Sus manejos habrían sido los que llevaron a que La Polar hoy enfrente la necesidad de provisiones adicionales por US$890 millones, es decir, US$137 millones más del valor bursátil que tenía la compañía el último día que transó en Bolsa antes de la suspensión que se prolongó por una semana y será levantada este lunes (US$753 millones). Esa fundada sospecha es también la que hizo que el Ministerio Público allanara las residencias de Pablo Alcalde y Julián Moreno el viernes por la tarde. Todo hace prever que esa situación se repetirá en los próximos días también en el caso de otros de los ejecutivos.
La Génesis
Si bien La Polar reconoció que han existido repactaciones irregulares en los últimos seis años –al menos-, altos directivos de la firma manifestaron que la situación que llevó a la profunda crisis de la firma se comenzó a gestar en 1999, fecha que coincide con el ingreso del fondo de inversión Southern Cross a su propiedad.
Para sacar adelante a la firma rápido, desde 1999 se inició una política crediticia agresiva, lo que consta en la Memoria 2004 del retailer, donde Norberto Morita –presidente de la compañía en ese entonces– da a conocer a los accionistas que “el total de clientes con nuestra tarjeta de crédito (entre 1999 y 2004) aumentó seis veces”.
Asimismo, las primeras repactaciones unilaterales de La Polar a los clientes con tarjeta realizadas en 2005, concuerdan con el inicio del programa de reconocimiento a ejecutivos, consistente en bonos de incentivo cuyo monto se indexaba de acuerdo a la variación del valor de la acción en Bolsa, y se devengaba y pagaba en períodos anuales.
Una fuente de la compañía explica que el “caso La Polar” sería, entonces, similar al de Enron, en EE.UU., donde se detectaron maquillajes contables, mediante los cuales los ejecutivos mantenían alto el precio de la acción para su propio beneficio, ya que contaban con stock options. Ello constituyó también en el caso de La Polar un incentivo para disimular la verdadera situación financiera del retailer. No por nada sus ejecutivos y directores obtuvieron en conjunto unos US$12,5 millones en el ejercicio 2010 gracias a la venta de acciones La Polar.
Ya para el 2008, las malas prácticas eran imparables, pues en plena crisis económica mundial, la cartera de créditos de La Polar se expandió por sobre el 31% anual, computando $520.685 millones y doblando al crecimiento del resto del retail, entre los que se ubican Falabella y Cencosud, megaoperadores que incluyen multiformato.
Incluso con estas señales, las alarmas se encendieron solamente en 2010, cuando el Comité de Directores notó que no se cobraba a los clientes morosos, tema que se habría arrastrado por varios años. Hecho que se refrenda en que su deuda promedio lidera la industria, con $1.213.600 por persona, duplicando incluso a Presto, de Walmart Chile, que llega a $ 596.699.
A esto se sumaba otro punto grave: La Polar no contaba en su estructura con un área de riesgo “formal”. Tenía una Subgerencia de Riesgo con poco peso en las decisiones de otorgamiento de préstamos, y dependía de Julián Moreno, el ex gerente de Crédito. Sólo hace tres semanas fue contratado un gerente para esta área, que pasó a depender del gerente general.
Es más, el riesgo no estaba bien reflejado con las provisiones que se mostraban, porque se estaban haciendo varias repactaciones unilaterales, dijo un director de La Polar. Es por eso que, en el estado de resultados de diciembre, se pasó de 13% a 16% en ese ítem, “por la presión que impuso el Comité, que no sabía la gravedad efectiva de lo que estaba sucediendo, hasta que reventó con el Sernac”, explicó.
Peor aún: a pesar de que se elevaron las provisiones, en una política supuestamente “más conservadora”, la conducta de la cartera de La Polar iba en dirección opuesta a la del resto de los retailers. Mientras la cartera de créditos de las casas comerciales nacionales caía en 0,7%, si se compara el primer trimestre de este año contra el último cuarto de 2010, La Polar subía en 18,8% por sí sola, pasando de $741.828 millones a $881.287 millones, casi alcanzando a CMR de Falabella, que lidera la medición.
A esto se agregan las conversaciones que el Sernac mantenía desde agosto de 2010 con La Polar, donde un director de la compañía manifiesta que las reuniones fueron con los ejecutivos, y que éstos “nunca informaron al directorio” respecto de las salidas alternativas que se barajaban, en torno a los más de 100 casos de repactaciones unilaterales denunciados ante la entidad para entonces.
De hecho, los ejecutivos se comprometieron en noviembre de 2010 a resolver la situación de los clientes, cosa que el Sernac detectó no se realizó, llegando de esta forma a la demanda masiva contra La Polar de este mes, que hizo estallar la burbuja.
DF : 20-6-11
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